Dentro del mundo de la química existen muchas leyendas, y una de esas se refiere al alquimista alemán llamado Henning Brandt. Corria el siglo XVII y Henning era un hombre muy desafortunado en su vida social y económica(se habia gastado todo su dinero en sus investigaciones científicas); era uno de los tantos investigadores que buscaba incansablemente la fórmula para crear oro a partir del plomo (la piedra filosofal)
Derepente un día comienza a estudiar la posibilidad de convertir la orina en oro, esto tal vez al color que tiene la orina.
Comenzando el proceso
Henning reunió 50 cubitos de orina y los guardo por meses en el sótano de su casa, y luego de diversos procesos químicos (algunos misteriosos) como: tamizar, calentar, diluir, filtrar, etc.. convirtió esa orina en una sustancia tóxica y luego en una sustancia cérea y translúcida.
Obviamente nada de esos intentos dio el producto esperado, cansado y rendido se disponía a salir de esa habitación, apagó los faroles que iluminaban su sótano y entonces se dio cuenta que una luz verdosa que iluminaba todo el cuarto salía del recipiente donde había trabajado con la orina.
Descubrimiento de un nuevo elemento: el fósforo
A esta nuevo elemento descubierta accidentalmente por Henning Brandt se le conoció posteriormente como “fósforo” (portador de luz), el problema era que no se pudo comercialmente ya que el proceso inventado por Henning era demasiado caro.
Henning Brandt utilizaba 5500 litros de orina para producir solamente 120 gramos de fósforo. Actualmente se conoce que 1 litro de orina humano contiene 1,4 gramos de fósforo.